Ha terminado un año y otro nuevo. Las promesas sin cumplir han quedado en el pasado y todas las nuevas aún tienen doce meses para realizarse. Muchas personas se prometen a sí mismas objetivos como: empezar a realizar una dieta, apuntarse a un gimnasio, dejar de fumar, viajar, gastar menos dinero, etc. Pero pocos se plantean objetivos como: seré más educado y amable con los demás, empezaré a reciclar, plantaré como mínimo un árbol, intentaré ayudar más a mi familia y amigos, intentaré contribuir a la conservación del medioambiente, regalaré una sonrisa cada día a una persona diferente, etc.
En este último año (y como viene siendo habitual) se han sucedido los desastres naturales, los conflictos bélicos, la contaminación y destrucción de la naturaleza, etc. Y por lo que parece ser, no hay indicios que evidencien un cambio en la mejora de estos aspectos. El mundo, y especialmente nuestra sociedad occidental, está sufriendo una crisis. Las personas se están deshumanizando y este problema está llegando hasta a los jóvenes. La base de nuestra sociedad futura, los niños y adolescentes, tampoco aportan grandes esperanzas. El acoso y maltrato escolar ha aumentado, la buena educación brilla por su ausencia, conceptos como amistad y compañerismo han perdido su esencia; el respeto, la ética, el honor (entendido desde una connotación positiva)… ¿dónde han ido a parar?.
Las personas cada vez se sienten más vacías, insatisfechas, sin rumbo, y prueba de ello es que las consultas
de los psicólogos y psiquiatras están cada vez más llenas. En la actualidad hay que “arrancar” las sonrisas, los abrazos y los besos a las personas ya que el alejamiento personal es una pauta común. ¿Qué está ocurriendo realmente? ¿Por qué estamos llegando a este extremo?
de los psicólogos y psiquiatras están cada vez más llenas. En la actualidad hay que “arrancar” las sonrisas, los abrazos y los besos a las personas ya que el alejamiento personal es una pauta común. ¿Qué está ocurriendo realmente? ¿Por qué estamos llegando a este extremo?
Si profundizamos e intentamos buscar en nuestras raíces interiores podemos llegar observar ciertas cosas. Podemos observar que las personas están perdiendo su esencia, y fruto de ello deriva todo lo demás. Por un lado nuestra capacidad de búsqueda, curiosidad, superación y autorrealización personal está siendo usurpada por una actitud conformista y de excesivo apego a aspectos exteriores y materiales.
Por otro lado, los seres humanos somos en esencia sociales y esto implica un intercambio con las personas que nos rodean. Somos seres emocionales por muy mentales y fríos que nos creamos. Los seres humanos estamos perdiendo la capacidad de empatizar con los demás, de dejar fluir nuestras emociones, de hablar menos con la boca y más con el corazón. Ya no sabemos interpretar los mensajes que nos envían los demás con el cuerpo, con los gestos inconscientes (comunicación no verbal). Preferimos ahogarnos en nuestros miedos e inseguridades refugiándonos dentro de nuestra armadura, que arriesgarnos a vivir y experimentar con el mundo, con las propias personas y con nosotros mismos. ¿Y a que nos conduce todo esto?, a fingir ser y comportarnos como realmente no somos y esto conlleva irremediablemente al desastre.
Hemos dejado de ser sinceros con nosotros mismos y con los demás. ¿Cuándo fue la última vez que miramos profundamente a los ojos de alguien?, ¿Cuándo fue la última vez que expresamos realmente lo que sentíamos a esa persona especial?, ¿Cuánto hace que no le decimos a un buen amigo o amiga que lo/a queremos y que es importante en nuestra vida?, ¿Cuándo fue la última vez que ayudamos a alguien altruistamente?, ¿Cuándo fue la última vez que dijimos gracias o perdón sinceramente?... Las personas suelen preocuparse por aspectos del mundo como la política, la ecología, la economía, las guerras, etc. pero realmente si fuéramos valientes y nos reencontráramos a nosotros mismos mejoraría automáticamente todo lo demás.
Puede que necesitemos encontrarnos con un niño llamado Trevor (película “CADENA DE FAVORES”) para que empiece a cambiar algo en nosotros y en el mundo. Para este nuevo año, pido que cada uno de nosotros sea suficientemente valiente para que pueda encontrar dentro de su corazón a ese niño llamado Trevor.
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