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En este blog encontrarán noticias y artículos sobre salud.
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viernes, 30 de mayo de 2014

¿Somos adictos a los azúcares?

Los alimentos son fuente de vida, pero también los hay que son fuente de desequilibrios. Hay que diferenciar claramente aquello que se considera nutritivo, vital, sano y aquello que únicamente es comestible, que regala los sentidos del olfato – gusto pero que no aporta nada útil a nuestro organismo. Parece que cada día aumente la lista de las comidas del segundo grupo, muchas veces enmascarada con potentes campañas publicitarias que consiguen engañar a más de uno.

La industria alimentaria nos “atiborra” a nuevos productos que en su composición básica se encuentra el azúcar refinado (que en muchos casos no es lo peor que lleva). Aunque pueda parecer exagerado (y realmente no lo es), la pastelería industrial, los refrescos azucarados, las golosinas etc... forman la dieta básica de muchas personas, y de muchos niños....

Existe un núcleo considerable de población que parece estar “engancha” a este grupo de sustancias (mejor no llamarlas alimentos). Es lamentable que en muchas familias españolas, y del mundo en general, se esté perdiendo la tradición del buen comer y beber; y a ello me refiero en cuento a la calidad y variedad. El problema empieza con los niños y adolescentes actuales pueden pasar semanas sin que prueben una fruta, una ensalada, unas verduras o un pescado. Los bocadillos de toda la vida han dejado paso a las “pastitas” y a las “chuches”, los zumos de fruta a los refrescos. A ello se le suma que los padres no hacen suficiente hincapié en dar a la alimentación la importancia que se merece. Comer no significa necesariamente alimentarse, ya que incluso el “fango” se puede comer y no por ello nos nutre.

Todo ello tiene un fondo que juega en nuestra contra. Los seres humanos somos muy sensibles a las sustancias azucaradas. Nos proporciona placer saborearlo, pero no todo lo “bueno” es realmente positivo. En nuestro intestino existe una flora de bacterias simbióticas, que conviven en armonía con nosotros. Nos aportan beneficios para nuestro cuerpo, y actúan como policías frente a posibles invasores. Cuando sus niveles decrecen puede darse una proliferación de bacterias intestinales patógenas y hongos que son muy nefastos para nuestro equilibrio orgánico, que tienen la capacidad de reproducirse con facilidad y de ser muy resistentes. Muchos de ellos adoran los azúcares refinados como fuente de alimentación, los fortalecen y les dan vitalidad en deterioro de nuestra propia salud. A partir de aquí, la liberación de sustancias que producen dichos microorganismos patógenos juega un papel fundamental en muchos desequilibrios y enfermedades. Cuando esas bacterias no tienen el aporte diario de alimento, en forma de azúcar refinado) se desfallecen y “gritan comida!!!”, manifestándose en nosotros como la necesidad de comer ese dulce. A más que los cuidemos, más ganas tendrán de que los alimentemos. Además de esto, los azúcares refinados (blancos) rompen el equilibrio ácido – básico sanguíneo, parámetro extremadamente sensible a cambios. Sin un PH de la sangre correcto todas las funciones de nuestro metabolismo fallan, produciéndose una reacción en cadena a modo de castillo de naipes. Nuestro cuerpo intenta compensar como puede esta acidez sanguínea pero con mecanismos que son contraproducentes a la larga.

Según expertos, una acidificación prolongada de la sangre puede ser un factor muy determinante en la aparición de artrosis y osteoporosis precoces, retrasos en el crecimiento en niños y otras enfermedades importantes. Las caries son otro “premio” a la ingesta abusiva de productos con azúcares refinados. Otros estudios han demostrado que consumir 75 gramos en una toma, produce una reducción de la actividad de los glóbulos blancos en un 20% manteniéndose ese nivel al cabo de 1 hora. Dosis de 100 gramos reducen su actividad entre un 40 y un 60 % no volviendo a la normalidad hasta pasadas 5 horas; conclusión disminuye el sistema inmunitario. Otro efecto es el de aumentar la liberación de adrenalina por parte de las suprarrenales favoreciendo su agotamiento. La fabricación de grasa a partir del exceso de azúcar es algo conocido por todos, a añadir en nuestra cesta de la compra. Muy común el estado de nerviosismo, irritabilidad y depresión en consumidores habituales. Picos de glucemia por liberación de descargas de insulina en ingestas altas provocan importantes desequilibrios en el páncreas. El agotamiento en la producción de adrenalina da esa sensación característica de falta de energía y cansancio; y roba nutrientes importante de nuestro cuerpo. Hay que tomar un poco más de conciencia de nosotros mismos, y en especial a personas que podamos tener bajo nuestra responsabilidad como educadores, tutores o familiares.

Nuestro organismo siempre acaba pasando factura y hemos de ser sinceros y ver si realmente nuestro comportamiento respecto a las azucares refinados parece “adictivo”. ¿ Puede usted pasar más de 3 días, una semana ... sin tomar nada de esto?. La respuesta a esta pregunta puede decir mucho.

Art. 59/373 (08-12-2002) - Dominical, Mundo Natural (Diario de Ibiza), por Josep Colonques Garrido

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